El poder de muchos superhéroes estriba en que combinan esfuerzos. Si no, pregúntenle a la Mujer Maravilla por qué se creó el famosísimo Salón de la Justicia. Y aunque algunos dicen que eso del trabajo en equipo no se nos da a las mujeres, ahi tenemos el ejemplo de las Chicas Superpoderosas.
¿Que no somos solidarias?
Tal vez nos cueste trabajo identificarnos con Burbuja, Bombón y Bellota porque nos consideramos tan independientes como la mismísima Hormiga Atómica. Sin embargo, no podemos negar que cuando la cosa se pone color de ídem, son precísamente nuestras amigas quienes sacan fuerzas, tiempo y recursos de lugares insospechados para cumplir con aquella cláusula de “en las buenas y en las malas”.
Los viejos tiempos
Pregúntate cómo hacía tu bisabuela para críar a once hijos. Seguro que no lo hacía sola. Contaba con el apoyo de otras mujeres: madre, hermanas, hijas mayores, sobrinas, vecinas y tal vez empleadas. Si bien se trata de una red social de la que hoy carecemos en las grandes urbes, tú también heredaste la capacidad de generarla.
La situación actual
Pero entonces, ¿por qué hemos perdido esa tendencia natural de ayuda mutua? Algunas feministas, como Shere Hite, afirman que estamos así socializadas –como estrategia del sistema patriarcal– para dividirnos y continuar sometiéndonos como género. Aprendemos a desconfiar escuchando la trama de muchos cuentos infantiles cuyos personajes femeninos –madrastras, hermanastras e hijas– compiten por el favor de un hombre –el padre o el príncipe azul, según sea el caso–. Estamos tan acostumbradas, que hasta nosotras repetimos el discurso cotidiano que canta, con voz burlona, mujeres juntas ni difuntas.
Otras autoras, como Alice D. Domar, lo ven como una mera consecuencia de los cambios sociales que han permitido una mayor independencia económica a la mujer. “La gran familia tradicional y los barrios” se desintegraron, dice, con lo que la solidaridad femenina en el ámbito privado se volvió más difícil.
El caso es que se trata de una realidad. Hemos diversificado nuestros intereses y campos de acción, asumiendo con ello la transformación del entorno. Ahora, hay que encontrar nuevas maneras de estar, nuevas fórmulas para ayudarnos entre nosotras y desarrollar capacidades que nos permitan combinar nuestras fortalezas individuales para el mejor manejo de nuestros distintos roles. El resultado es mucho mejor cuando todo el equipo –llámese pareja, familia, amigos, etc.– logra establecer la sinergia necesaria para el logro de objetivos comunes de mutuo beneficio. Pero mientras eso sucede o no, demos nosotras el primer paso.
¿Qué podemos hacer?
Percepción es realidad. Comencemos, pues, por abrir ojos y oídos a lo diferente. Urguemos entre las manifestaciones culturales contemporáneas, más allá de los arquetipos tradicionales, para rescatar modelos más dignos y favorecedores, y más apegados a nuestra situación actual.
¿Cómo olvidar a los dos entrañables personajes de la obra teatral de Emilio Carballido, Rosa de Dos Aromas, quienes en vez de seguir compitiendo se reconocen entre sí y actúan de forma solidaria?, ¿cómo estar ajenos a la gran cantidad de redes de mujeres que, en Internet, promueven el reconocimiento de nuestros derechos en todos los ámbitos? Es hora de recobrar esa sabiduría que nos dice, en voz de María Zambrano: “…nunca nos sentimos enteramente solas. Sabemos que existen otras –alguien como nosotras–, otra –una, como nosotras–.
Tenemos muchos modelos, el reto está en no dejarnos llevar por la inercia y comenzar a ser mucho más constructivas en nuestras relaciones entre mujeres.
Por donde empezar
*Recuerda que podemos ser compañeras en vez de rivales.
*No critiques la apariencia de otras mujeres, no es importante.
*Rehúsate a practicar el chisme, sólo divide.
*Reconoce explícitamente los logros profesionales de otras; cada mujer que llega a la cima nos allana el camino a las demás.
*Por lo anterior, apoya siempre los esfuerzos de ellas rumbo al éxito.
*No te quejes de tu jefa: ayúdala.
*Promueve el desarrollo de tus subalternas.
*Sonríele a otras mujeres: es un gesto de solidaridad.
*Ayuda a otras siempre que puedas: a menudo libramos batallas increíbles completamente solas.
*Establece redes de mujeres en tus actividades.
*Educa a tus hijos e hijas con una perspectiva de equidad de género: somos diferentes, sí, pero merecemos las mismas oportunidades.
*Hazte cargo de ti misma. En la medida en que seamos más independientes seremos capaces de establecer relaciones más solidarias.
Para leer más…
-Domar, Alice D. y Henry Dreher. Cuida de ti misma como cuidas de los demás. Editorial Urano, Barcelona: 2002.
-Hite, Shere. Mujeres sobre mujeres. Santillana de Ediciones, Madrid: 2001.
-Zambrano, María en Marcela Lagarde de los Ríos. Claves feministas para la autoestima de las mujeres. Editorial horas y HORAS, Madrid: 2000.
Este artículo fue publicado en Milenio Diario, el 10 de febrero de 2004.
No hay comentarios:
Publicar un comentario