domingo, 5 de abril de 2009

Dolor de espalda: efecto secundario de un divorcio -con hijos-

Bueno, pues al parecer llegó la hora de abordar este tema. Hasta hace poco, Multiplikhada pertenecía en las estadísticas, al rubro de mujeres casadas y con hijos. Hoy, su realidad es otra. En su casa, la relación adultos-niños es una razón de 1 a 2, dónde la uno es ella. Es decir, ya no comparte la crianza con el papá de sus hijos, al menos no la crianza cotidiana. Para decirlo sin eufemismos, en cuestión de días firmará el divorcio. Y aunque esto sucedera de jure en el futuro cercano, su vida como mamá sola tiene ya algunos meses. Y por tanto, ya tiene cosas que decir.
Lo primero que me viene a la mente es que nunca imaginé que divorciarme traería, entre otros muchos efectos secundarios, un dolor de espalda crónico. No cabe duda que por algo la crianza de los niños es mejor siempre en tándem. ¡Qué pesado es un niñito de casi dos años! Hoy estuve tratando de contabilizar el número de veces que lo levanté en brazos. Sumé al menos unas 15 veces. Tomando en cuenta que el chavito pesa como 15 kilos, concluí que definitivamente ¡no necesito hacer pesas para ejercitar mis biceps! 
Pero ayer mi récord fue aún mejor: olvidé la carreola cuando salimos de paseo por la ciudad. Y me di cuenta hasta que me estacioné, como a 10 cuadras del parque al que íbamos (no había lugar más cerca). La ida fue menos pesada. El chiquito iba muy divertido sorteando adoquines, tropezándose y levantándose, y sacándome un susto cada tres pasos. Pero el regreso, con el niño cansado, y tomando su leche en mis brazos ¡fue de maratón! 
Hubo un momento en que, recordando cómo lo cargaba su papá, lo subí en mis hombros. ¡Qué cosa más incómoda! En primer lugar fue dificilísimo sacar mi cabello de debajo de sus piernas; en segundo, me ponía de nervios que soltaba sus manitas de las mías y yo temía que perdiera el equilibrio en cualquier momento;  y en tercera, cuando se hartó de estar ahí trepado y quiso bajarse... ¡fue toda una odisea bajarlo de mis hombros! Por fortuna, iba una amiga conmigo y ella me ayudó a bajarlo, de lo contrario, todavía no defino cómo lo hubiera hecho.
En fin, sirva esta crónica para ejemplificar el infinito número de pequeños actos cotidianos que, cuando crias a los niños en pareja, haces en equipo y parecen de lo más sencillos. Pero cuando de pronto te ves sola con ellos, se vuelven verdaderos retos. 
Mi futuro ex y yo terminamos nuestra relación en excelentes términos, de común acuerdo y conservando una relación amistosa y solidaria. Ambos sabemos que fue la mejor decisión. No obstante, tengo que reconocer que en momentos como el de la tarde de ayer, extraño la sensación de respaldo y contención que da el trabajar en equipo. ¡Ni cómo negarlo! 
Uno de los roles que Multiplikhada no había contemplado nunca como posibilidad es ser papá además de mamá. Hoy, hasta mi hijo menor me hace notar que eso es lo que me toca en este momento. Tiene semanas que por más que practico con él la consabida sílaba "ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma", él decide llamarme a gritos desde cualquier lado: "Papá" ¿Qué se le va a hacer?


4 comentarios:

Reptante dijo...

Hay días negros, ya bien lo dice la barranca, en que alguien te roba la luz, y otro alguien se roba a tu perro. Y bueno, también hay días de nuestra vida que ya no volverán, porque a menudo nos da por enfrentarnos a pequeñas muertes, mucho menos poéticas o apasionadas que la famosa "petite morte", de las que ya no saldremos parados de la misma forma en que nos tiraron.

Lo cierto es que vivir puede ser peligroso, y drástico, y también loco. Pero al menos hay cordura en esta separación suya, y en la crianza fundamental del buen Renato. Habrá que acostumbrarse a ser una mamá todo terreno, a equiparse con una doble tracción y una defensa que soporte los golpes inesperados de la vida.

Saludos

Lilyán de la Vega dijo...

Muy sabio todo lo que dices, David. Una "mamá todo terreno". Definitivamente, adoptaré el concepto que acuñaste, y sobretodo, me entrenaré en ello.

Un saludo cordial y agradecido, por la solidaridad inesperada.

hana matsumoto dijo...

Siiii estoy de acuerdo con David, me parece más apropiado nombrarse así en vez de pensar que una puede ser papá y mamá a la vez. Yo, como hija de padres divorciados que soy, tengo muy claro que mi madre con todo su maravilloso ser, jamás hubiese podido (ni creo que lo haya intentado) sustituir a mi padre. Así que mi quedida Lilyán, lo de "todo terreno" te va muy bien!!!

Pedro Miguel dijo...

Mi papá me enseñó a ser mamá.