domingo, 3 de mayo de 2009

De escribir sobre mi vida

Recientemente, con motivo de mi participación en la exposición Infancias, organizada por Alejandra Cárdenas, me entrevistaron para el Fanzine Cultural 3D2, acerca de lo que es ser "bloguero". Si, yo sé que las etiquetas sobran y que a muchos les molestan. A mi en lo personal, me son útiles para para organizar y organizarme y además, describen. Es decir, no me molestan. Así que, ahí estaba yo tratando de compartir mi experiencia en la blogósfera, y enfrentándome a preguntas para las que no necesariamente tenía respuestas. Pero la conversación se desvió pronto a un tema fascinante.

¿Que qué opino de la literatura escrita por mujeres en México hoy en día? ¡Ups! Me agarró en curva. Claro que leo literatura escrita por mujeres, y la disfruto muchísimo. Pero conozco a las clásicas... Elena Poniatowska, Laura Esquivel, Angeles Mastretta, Rosario Castellanos. ¿Qué estamos haciendo las mujeres en la literatura hoy día? Debo confesar que no estoy actualizada... ¡y quiero estarlo! Pero todo esto llevó la entrevista a hablar sobre los temas de los que escribo: la vida cotidiana, con enfoque de género y en tono "intimista".

De nuevo una etiqueta. Y ésta última es de las que sacan ronchas según he comprobado últimamente. Pero para mí, tratar de explicar el término en la entrevista fue autoclarificante y revelador. Me dio la oportunidad de encontrarle aún más sentido a lo que hago cuando escribo. Me refiero a más sentido del que le encuentro por el simple ejercicio de llevarlo a cabo, que le da todo el sentido del mundo a mis horas en ello invertidas.

Así, caí en cuenta de que, durante años, subestimé lo que escribía por considerarlo "sólo" un diario. No obstante, me gustaba compartirlo cuando lo encontraba hermoso, y para mi sorpresa, solía gustarle a aquellos a quienes se los leía.

Pero luego llegó lo definitivo. Me convertí en mamá, y me llegó la revolución interna más fuerte que ha tenido lugar en mi vida. Lo que sentía no tenía nada que ver con lo que decían los libros, la gente a mi alrededor, o los estereotipos sobre ser mamá. Para mí la experiencia estaba resultando confusa, agotadora, frustrante y en muchas ocasiones lo que deseaba era regresar el tiempo a aquella época en donde tener hijos no era ni siquiera una posibilidad. Fue tal mi necesidad de compartir esto, que hice una revista para mamás en la que desmitificaba la maternidad como el estado idóneo, realizador de la mujer. Lo hice en parte para comprenderme a mi misma, para decir cómo me sentía y reflexionar en colectivo, para ver si era yo la única "madre desnaturalizada" que existía en el mundo, para encontrar y compartir otras maneras de vivirlo y disfrutarlo, de forma realista y sincera, no idealizada ni hipócrita. Yo no estaba dispuesta a decir que me sentía realizada cuando lo que experimentaba era una sensación de pérdida de mi propia vida... Sí, realmente buscaba un espejo, deseaba encontrar otras como yo. Y lo más lindo es que me convertí en uno para muchas. Esa fue la revista "Soy mamá y más", que fue el inicio de mi experiencia escribiendo "profesionalmente".

Pero no quiero ahondar más en ese tema que he desarrollado en entradas anteriores. Lo importante es decir que esa fue una revista "intimista". Intima, personal, profundamente humana y sincera, valiente y totalmente impregnada de mi. Y eso fue lo que causó un impacto importante en otras mujeres, que se vieron a si mismas en mis palabras desnudas.

Desde entonces, siento que lo que escribo aporta. Que lo que siento y vivo puede servir de espejo para otras mujeres (y hombres, para mi sorpresa) que también sienten lo mismo y que no se atreven a decírselo ni a ellos mismos (o que no terminan de darle forma en la mente). Porque la realidad es que somos muy poco originales. Solemos pensarnos únicos e irrepetibles, y vivir nuestro gozo y nuestro sufrimiento como si nadie más en el mundo pudiera siquiera imaginar lo que sentimos. Y estamos un poco errados en ello. Todos buscamos lo mismo: ser felices y ser amados. De una y mil maneras caminamos buscando llegar ahí, y en el camino repetimos los pasos que han dado millones a lo largo de la historia. Algunos se lo guardan todo para sí; otros -tal vez por valentía, pero lo más probable es que por impuslo o necesidad de ser mirados, escuchados, o queridos-, lo decimos sin más. Y la parte buena de este impulso es que al compartir, creamos espacios de reconocimiento con los demás, que son muy sanadores y conciliatorios.

Ese es el valor que yo le veo a los textos intimistas. Y me gusta, me identifico con ello, me da sentido y dirección que, por necesidad irrefrenable, comparto contigo.

2 comentarios:

hana matsumoto dijo...

Yo te agradezco que lo compartas, hay muchas cosas que he aprendido al leerte :)

hana matsumoto dijo...

Yo te agradezco mucho que lo compartas, he aprendido al leerte :)