martes, 3 de noviembre de 2009

Aromas de futuro

Se dice que la memoria se aloja en la nariz. Es una metáfora muy realista. Todos hemos tenido la experiencia de ser transportados a otro tiempo y espacio remotos por la súbita llegada de un aroma del pasado: el arroz con leche de la abuela, el perfume de la maestra de primaria, e incluso un aroma desagradable que nos remite a algún otro momento desagradable. Es de verdad impresionante. Hace unas horas, tuve esta misma experiencia en un momento inesperado. Me acerqué a besar a mi hija en la cabeza. Como siempre, metí mi nariz en su cabello, en un gesto juguetón, esperando su olor a shampoo de manzanilla. No fue lo que olí. El aroma que percibí me transportó a la época de mi primer amor platónico: una época de hormonas alborotadas y totalmente distraídas, una época en la que aprendí que el corazón se acelera con tan sólo evocar al objeto de mi deseo. Una época turbulenta, emocionante, llena de preguntas y expectativas descolocadas. ¡Me sorprendió!

Miré la carita de mi hija y lo supe: mi niña se está yendo. Se está yendo para convertirse en jovencita. Se está yendo y dentro de poco la sentiré lejana. Está por encontrar caminos que la llevarán a lugares que no son mis brazos. Caminará a solas, irremediablemente, la seguiré con la mirada y el corazón en pausa, confiando en que ella sabe que estoy aquí, a su lado, siempre que me necesite, deseosa y casi segura de que esos caminos -los que la llevan a la independencia- la traerán de vuelta a mi, cuando sea su momento.

Su "irse" no es inminente. Apenas tiene 9 años. Pero hoy, mi olfato me hizo sentir una punzada en el corazón, un presentimiento, un aviso... 

Hoy quiero abrazarla mucho, abrazarla tanto que se le quede el abrazo grabado en el alma, para cuando decida que no quiere más abrazos de mamá, para cuando le den pena frente a sus amigos, para cuando busque otros abrazos aunque los míos sigan esperándola. Hoy quiero decirle lo mucho que la amo... hacérselo sentir y asegurarme de que quede impreso en su corazoncito alegre y soñador, para cuando le haga falta un abrazo de su madre y no se atreva a pedírmelo porque ya se sienta "grande".

1 comentario:

Unknown dijo...

Querida prima, qué rápido pasa el tiempo!
Es maravillosa la conexión que tienes con Sabina y me parece increíble que esté a punto de entrar a la adolescencia... que miedo!
Personalmente mi hiciste recordar el aroma de la rosca de nata de mi Abuelita y la loción de mi Papá... ambos ligados a una infancia divertida y feliz.
Me encantó tu post. Un abrazo!