martes, 10 de mayo de 2011

Maternidad: luz y sombra


Mi experiencia como mamá ha sido ecléctica y llena de altibajos. A veces vibrante y satisfactoria, a veces frustrante y desconcertante. Los fuegos artificiales y la "realización como mujer" por ser madre, sólo los he experimentado en anuncios de pañales y de suavizantes para ropa con olor a bebé.

Mis satisfactores como mamá han tenido más que ver con el autodescubrimiento. Ha sido una larga conquista de retos personales como aprender a amarme más a mi, para amar mejor a mis hijos; como cultivar cualidades que desconocía y que siguen siendo difíciles, a saber, la paciencia, el desprendimiento, la cofianza en mis decisiones y la capacidad de dar desinteresadamente.

Desarrollar a la mejor madre que haya en mí se ha convertido en un proyecto de largo plazo para el que cada día me siento más preparada, pero aún en nivel de principiantes. Llevo ya casi once años con ese título y aún hay veces que extraño ser sólo hija.

Ser mamá es una experiencia inigualable, de costos personales y emocionales incalculables. También, por supuesto de enormes ganancias para el alma, para el corazón y la conciencia. Cuando aún no se ha vivido podría parecer algo sencillo y natural, finalmente, hemos sido madres por milenios. Pero tenemos la mala costumbre de no aprender mucho de la experiencia ajena (a veces ni de la propia). Así que cada vez que se tiene un hijo se vuelve a empezar de cero, se vuelve a ser de alguna forma primeriza.

Soy una mamá poco romántica, no me encontré en este papel como pez en el agua, y siempre he reconocido lo difícil que me parece serlo, incluso ante mis propios hijos. Me parece importante ser sincera con ellos, en especial con ella, porque creo que hay un mito que, al enarbolar como la hace la experiencia de la maternidad, genera expectativas que luego provocan mucha frustración y culpa inecesarios.

Para mi es importante que mi hija sepa que si bien me siento afortunada y feliz de ser su madre, y que he asumido el reto con todo mi amor y entrega, vivirme como tal me ha costado trabajo.

También, por supuesto, he tenido la dicha de recibir todas las bendiciones que trae consigo asumir este reto. Soy conciente del amor inmenso y desinteresado que mis hijos sienten por mi en esta etapa de su vida, la infancia. Gozo de su divertida y estimulante compañía, de la increíble sensación de poderlo todo para protegerlos y provocarles gozo y alegría. Del privilegio de ser su acompañante ahora que aprenden a caminar y hasta que conquisten su autonomía. Hay pocas cosas que me dan tanta paz como verlos dormir en paz, sanos y seguros bajo mi techo.

No vivo un cuento de hadas a su lado, sino una realidad con crestas y valles que aprendo, junto con ellos, a gozar lo más que puedo. También hemos aprendido a sortear tiempos difíciles, hemos aprendido que se vale llorar y enojarse, pero que por encima de todo queremos aprender a amarnos y a estar ahí el uno para el otro siempre.

Por todo esto, lo negro y lo blanco, lo luminoso y lo sombrío, lo difícil y lo gozoso, encuentro sentido a celebrar conmigo y con ellos esto de ser madre. Hoy que todos lo celebran, ¿por qué no? Y también cada día con sus noches.

¡Feliz día de las madres para todos! Los que son madres y los que tienen una a quien decir gracias.

4 comentarios:

Elena de Hoyos dijo...

Siempre he admirado la valentía y el empeño que has puesto en hacer de la maternidad una experiencia propia y gozosa. Eres brillante, ya habrá tiempo para que salgas al mundo a compartir tu luz, la luz que recibes de tus hijos al iluminarlos con tu presencia.
Elena de Hoyos

Gabriela Xochiteotzin Peña dijo...

Amiga tienes el Don de la palabra y de la escritura, de la sabiduría, del amor y de compartir todo esto con la gente que te quiere como yo.

Gracias

Sabiduría y náusea dijo...

Tengo otra experiencia de la maternidad pero precisamente es desde mi perspectiva que considero a tu blogg: sanador, bello, personal, íntimo, luminoso y que además muestra un camino que vale la pena andar y/o leer.

Lilyán de la Vega dijo...

Gracias, Elena y Gaby por seguir mis letras y reflexiones a través de los años. Sabiduría y Nausea, bienvenida a mi blog...