Hay de trabajos a trabajos
En este mes de mayo, tan lleno de halagos a la sublime labor materna, celebrada con herramientas para las no tan sublimes labores del hogar, también se conmemora el trabajo, otra actividad igualmente valorada. Ambas tienen un punto de intersección: la labor de una madre es todo un trabajo, incluyendo la titánica tarea de administrar el hogar y atender a todos sus habitantes. No obstante, dentro de todos los trabajos existentes, el que se ocupa de llevar una casa es el menos valorado de todos; tan es así, que incluso se le considera sinónimo de la “nada”, como si fuera inexistente, intangible, como si no consumiera energía, tiempo ni infinidad de habilidades, recursos todos de gran valor en cualquier otro contexto pero que en éste, son equivalentes a cero.
”¿En qué trabajas?”, “En nada. Me dedico al hogar” es la respuesta típica de una mujer que comienza su jornada antes de las 6 de la mañana, planea estratégicamente su ruta crítica, alimenta al menos a tres personas tres veces al día, desplaza montañas de ropa sucia, lava, tiende, plancha, barre, recoge basura, lava trastes, sacude, trapea, lava vidrios, friega patios, riega plantas, arregla el jardín, levanta y mueve muebles como si fuera mudancero, hace de chofer, mantiene la despensa al día, educa, supervisa tareas y atiende juntas de la escuela, disciplina y apapacha hijos, recibe a su marido –si lo tiene- y escucha sus problemas, sigue trabajando después de que todos se fueron a descansar, es la última en acostarse y la primera en levantarse, se despierta varias veces en la noche para atender a sus hijos si tienen un mal sueño, se duerme resolviendo los problemas propios y los de todos los que la rodean…
El valor del presunto “ocio”
Así pues, el trabajo doméstico es de gran relevancia y su valor económico ha sido incluso
estimado por el INEGI, como equivalente al 17.41 por ciento del PIB nacional. Se entiende por trabajo doméstico no remunerado todas aquellas labores que generan bienes o servicios disponibles en el mercado, y que el ama de casa realiza sin remuneración económica pese a que tienen un valor (con lo que también representa un ahorro para la familia). Evidentemente, no se considera trabajo doméstico no remunerado lo que tiene que ver con las relaciones intrafamiliares de intercambio de afecto, puesto que éste no es equivalente a ningún servicio contratado.
No obstante, existen algunos grupos de mujeres activistas que consideran que el trabajo de maternidad también debería ser reconocido como un trabajo que merece una remuneración económica, a través de la seguridad social puesto que éste, no sólo ahorra dinero al estado (en guarderías y estancias), sino que es fundamental para el buen desarrollo de los ciudadanos del mañana y la recuperación del tejido social. “La nueva situación ha traido cambios importantes para las mujeres: por una parte, han logrado mayor autonomía y capacidad de decisión, lo cual está repercutiendo en la estructura familiar (aumento de divorcios, de familias monoparentales femeninas, etc.)” 1 Ellas defienden su derecho a elegir permanecer en casa –educando y criando a sus hijos hasta cumplidos los 18-, argumentando la importancia que esto tiene como contribución a una sociedad más sana y fortalecida en sus valores. Bajo el nombre de “Guerreras de la Seguirdad Social” (Welfare Warriors), cabildean en favor del reconocimiento de su trabajo como madres, y de su derecho a recibir una pensión durante el período en que realicen la labor de crianza.
No se ve, pero se siente
Más allá de la controversia que este último punto pueda generar, el hecho es que existe toda una gama de actividades realizadas por las mujeres, tanto en casa como a nivel comunitario, al que no se le atribuye valor económico alguno. Independientemente de las consecuencias materiales de este fenómeno, cabe señalar las consecuencias psicológicas que sufre una mujer cuya actividad principal –y realmente productiva-, no es valorada ni reconocida como tal: invisibilidad, desigualdad, dependencia económica, rezago social, falta de autoestima, entre otras. El reconocimiento de la condición de trabajo de las labores domésticas realizadas por las amas de casa conllevaría, entre otras cosas, a erradicar la invisibilidad que sufren las mujeres que realizan ésta como su actividad principal.
Así pues, si eres ama de casa y alguien te pregunta a qué te dedicas, no caigas en la tentación de menospreciar tu labor, evita decir “nada” porque es una contradicción: la nada no puede tener un valor de casi 400 mil millones de pesos anuales, por encima del PIB de varios sectores del país
Recursos:
1 Mercedes Pedrero Nieto, “Género y trabajo doméstico y extradoméstico en México”, en Scripta Nova, Universidad de Barcelona. Vol. VI, núm. 119 (28), 1 de agosto de 2002
Dones I Treballs: http://www.caladona.org/
Guerreras de la Seguridad Social: http://welfarewarriors.org/
Sistema de Indicadores para el Seguimiento de la Situación de la Mujer en México (SISESIM): http://dgcnesyp.inegi.gob.mx/sisesim/sisesim.html?c=74
Publicado el 19 de mayo de 2004 en Milenio Diario, México-
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