Como sabemos, las relaciones codependientes se caracterizan por su fuerte carga de chantaje, culpa y control. Una de las relaciones más codependientes que solemos establecer son aquellas entre madres e hijos. A continuación, una adaptación libre de Los doce pasos -método utilizado por Alcohólicos Anónimos y aplicado también para la codependencia- a la problemática específica de la codependencia en la maternidad.
1. Admitamos que somos impotentes ante la vida de nuestros hijos y que si pretendemos lo contrario nuestra vida se vuelve ingobernable.
No podemos dirigir el destino de nuestros hijos; debemos responsabilizarnos de su cuidado y educación y de darles un entorno amoroso, pero no podemos pretender tener todo bajo control.
2. Lleguemos al convencimiento de que poderes superiores –la equidad de género y la maternidad/paternidad compartidas-, podrían devolvernos el sano juicio.
En este contexto, estar en nuestro sano juicio significa recobrar nuestras propias vidas y convertirnos en seres humanos más plenos, ejemplos vivos de amor para nuestros hijos (en vez de figuras autoritarias envueltas en un círculo vicioso de culpa y miedo, resentimiento y frustración).
3. Decidamos poner nuestra voluntad al cuidado de nuestra integridad física y emocional, en beneficio propio y de quienes nos rodean.
Bajo la premisa de que “no puedo dar lo que no tengo”, es indispensable que –como madres-, cuidemos primero de nosotras mismas y nos amemos, para poder después ejercer la generosidad y el amor que deseamos para los nuestros.
4. Sin miedo, hagamos un minucioso inventario de nuestras capacidades y nuestras limitaciones.
Lo anterior nos permite buscar opciones para aquellas necesidades que nosotras mismas no somos capaces de cubrir, evitando generar falsas expectativas y decepción.
5. Admitamos ante Dios, ante nosotras mismas y ante nuestros hijos, esposos, familias y seres significativos, la naturaleza exacta de nuestras aspiraciones y limitaciones.
Al asumirnos y mostrarnos tal como somos, los demás tendrán la oportunidad de conocernos y aceptarnos asì. Las falsas expectativas que otros pongan en nosotros dejarán de ser nuestra responsabilidad.
6. Estemos enteramente dispuestas a dejar que “el otro” asuma su propia responsabilidad, liberándonos de nuestro papel de supermamá en beneficio mutuo y de nuestros hijos.
Aceptemos el apoyo que nuestra pareja –o nuestra red de apoyo social- nos ofrezca, porque la maternidad puede y debe convertirse en una responsabilidad colectiva. Este enfoque enriquece la experiencia de vida de los hijos y la de todos los miembros de la familia.
7. Humildemente asumamos nuestras limitaciones y pidamos ayuda.
“Quien no habla, Dios no lo oye”. Por eso, pidamos ayuda sin culpa ni vergüenza. La crianza de los hijos ha sido, a lo largo de la historia, una labor compartida por la familia extendida o la comunidad. En el estilo de vida urbano que nos tocó vivir, esta red de apoyo se ha perdido, pero podemos recuperarla organizándonos y siendo concientes del valor que representa para la colectividad.
8. Hagamos una lista de todas aquellas personas que nos pueden brindar apoyo y humildemente aceptémoslo.
Tal vez hoy en día las abuelas, hermanas y comadres trabajen fuera de casa y no nos puedan brindar apoyo en nuestra labor materna. Hay que buscar nuevas alternativas: pareja, vecinas que no trabajen fuera de casa, amigas, familia más lejana, estancias, o incluso, redes de mujeres que se apoyan entre sí.
9. Reparemos directamente el daño que nos hemos causado tratando de ser supermamás sin reconocer los derechos y responsabilidades del “otro”.
Dejemos de desalentar a nuestras parejas cuando intentan participar en la crianza de los hijos arguyendo que “no saben”. Esta actitud excluyente nos esclaviza.
10. Continuemos haciendo nuestro inventario de personas que conforman nuestra red social de apoyo y cuando volvamos a tomar el errado papel de supermamá, admitámoslo y volvamos a pedir apoyo; ejerzamos la reciprocidad..
Romper con la inercia no es fàcil, hay que ser constantes. A lo largo del camino, nuestras redes de apoyo social irán creciendo; es necesario que también nosotras seamos solidarias.
11. Busquemos, a través de la comunicación, mejorar nuestro contacto conciente con nuestra pareja –o nuestra red de apoyo social-, recordándole nuestro derecho a manifestar todo nuestro potencial humano y solicitando su apoyo moral para llevarlo a cabo.
Hacer partícipes a nuestros compañeros de los beneficios de este enfoque en las relaciones de pareja, genera las condiciones para una vida en común más completa para todos los miembros de la familia.
12. Habiendo obtenido un despertar de la conciencia de género, como resultado de estos pasos, tratemos de llevar este mensaje a otras supermamás y practicar estos principios en todos los ámbitos de nuestras vidas.
Compartir este enfoque fortalece nuestras redes de apoyo y amplia los círculos de acción a otros ámbitos de la vida. Con ello, generamos más espacios de equidad, justicia y armonía entre hombres y mujeres así como relaciones más plenas, libres, sanas y amorosas.
Un deseo para este mes de mayo: que logremos una maternidad colmada de acciones llenas de amor y convicción; que la culpa sea expulsada de este rol y que asumamos, todas y todos, nuestra responsabilidad colectiva de apoyo para todas las madres del mundo, sólo por hoy, como se dice en el programa de los doce pasos. ¡Felices 24 horas!
Para leer más:
Melody Beattie, Guía de los doce pasos para codependientes, Promexa Ed., D.F.: 2003.
Nancy Friday, Mi madre/Yo misma, Colofón, S.A., D.F.: 2001.
Otros recursos:
Alcohólicos Anónimos, Oficina de Servicios Generales: Huatabampo No. 18, Col. Roma Sur, CP 06760, Mexico D.F. Tel. 55-5264-2588, http://alcoholicos-anonimos.org.mx
*Publicado en la columna "Multiplikhada®" en Milenio Diario, 12 de mayo de 2004.
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