La labor de la mujer en las actividades filantrópicas ha sido de vital importancia para la construcción de lo que hoy conocemos como sociedad civil organizada, el tercer sector.
Primero fue a través de la iglesia; más tarde como parte del cuerpo de enfermeras en la guerra; después en los movimientos pacifistas de los 60s. Vino luego la década de los 80s, con su profesionalización de la sociedad civil organizada; los y las expertas que observaban, evaluaban e imponían soluciones en favor de los más pobres. Y por fin, llegaron los 90s, con sus movimientos de base en donde los “expertos” aprendieron a escuchar las necesidades, pero también la experiencia de los beneficiarios. Y surgió la filantropía enfocada al desarrollo –o de tercera generación-, esa que reconoció la falta de efectividad del paternalismo, del asistencialismo que sólo resuelve la necesidad inmediata, sin atacar el origen de fondo y perpetuando la dependencia; sin romper núnca el círculo de la pobreza.
Las organizaciones no gubernamentales –las llamadas ONGs–, comenzaron a profesionalizarse, enfocándose cada vez más en aquellos proyectos que demostraban su capacidad para volverse autónomos y romper con ese círculo vicioso para ingresar, en cambio, a la espiral de desarrollo que genera cambio de realidades, apertura de verdaderas oportunidades, autosustentabilidad, verdadera transformación social. Y la mujer siguió siendo partícipe muy activa de este sector.
Así pues, es a raíz del asistencialismo que las mujeres comienzan a tener un papel protagónico en la acción social, dándoles una de las primeras oportunidades de salir del ámbito de lo privado y participar de manera activa en el ámbito público. Pese a que esta actividad no daba a la mujer la independencia económica debido a que, en su mayoría, se trataba de trabajo voluntario –sin remuneración económica–, sí empezó a darle un sentido diferente a su vida, de más trascendencia, además de un mayor alcance a sus iniciativas. Con la profesionalización de este sector, la participación femenina fue afianzándose y hoy en día es preponderante para el sector no gubernamental, considerado como uno de las socios indispensables para el desarrollo de los países, en conjunto con gobiernos e iniciativa privada.
Hoy por hoy, el tercer sector tiene una relevancia reconocida y representa un foro de gran importancia para la mujer y las banderas que enarbola en favor de sus derechos. Se ha convertido en un espacio idóneo para el despliegue del liderazgo femenino y los valores que le caracterizan; se presenta como un campo lleno de oportunidades para todo aquel que quiera aprender esquemas alternativos de organización, basados en la horizontalidad y el consenso.
En esta arena se necesitan todas las manos para trabajar, se escuchan todas las voces para consensar, se miran todos los puntos de vista para aprender, se vuela en todas direcciones para ayudar. Si tú estás interesado en conocer y vivir la filantropía visita: http://www.hacesfalta.org.mx/ un espacio en internet dedicado al fomento del voluntariado. Dona unas horas de tu tiempo a la semana y se con ello partícipe de la transformación del mundo en un mejor lugar para vivir.
Publicado en la columna Multiplikhada, de Milenio Diario, el 28 de abril del 2004
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