viernes, 21 de agosto de 2009

Uñas pintadas

La de hoy fue una velada diferente. Sabina y yo la dedicamos a pintarnos las uñas de manos y pies con un brillito transparente con chispas de diamantina azul que espontáneamente me pidió le comprara por la mañana, mientras estábamos en la farmacia. Después de la sesión de belleza cenamos hotdogs y cosas peores frenta al televisor, mientras se secaban las uñas...

Yo no sé si ella tomó la iniciativa de pintarse las uñas para complacerme o si se trata de una manifestación de incipiente vanidad. Pero yo, definitivamente cené hotdogs y cosas peores frente al televisor, para dalre gusto y celebrar silenciosamente que mi niña se está volviendo un manojo de coquetería de 9 añitos... En los últimos meses se ha ido transformando. De utilizar siempre el cabello más corto que Liza Minelli, se ha dejado crecer una linda melenita que ahora defiende a capa y espada. De no usar más que pants y jeans con playeras aguadas, ahora me pide que le enseñe a amarrarse un pareo, se pone faldas de ténis ¡y hasta se pinta las uñas de azul!

Desde niñas, las emociones de las mujeres nos hacen complicarnos mucho la vida y complicárselas a nuestras congéneres... tenemos una gran capacidad, considero que aprendida por los usos y costumbres del patriarcado en que vivimos, para meternos el pie una a otra, para competir entre nosotras y a veces lastimarnos. Es por esto que el otro día que miraba a mi hija interactuar con sus amigas, no podía evitar pensar que de haber sido niño lo habría visto sufrir menos por cosas que no valen la pena... Y sin embargo hoy, fue una delicia mirarla en otro de los aspectos de ser mujer.

Mi niña es una chiquilla que no suele apegarse a los roles tradicionales femeninos. Le tiene sin cuidado lo que se espere de ella por el hecho de ser mujer. Y aunque debo confesar que eso, en ocasiones la ha hecho sufrir señalamientos y burlas crueles de sus compañeros y compañeras de escuela, también la ha convertido en una niña muy completa y plena. Sabina no le tiene miedo a las pelotas (como yo), ni a ponerse ténis toscos, ni a andar en patineta aunque sea la única niña en el parque que lo hace. Tampoco se siente obligada -y nunca desde chiquita entendió que yo se lo pidiera- a vestirse diferente a como lo hace siempre (es decir, con un vestido o algo así) cuando va a una fiesta o a un evento formal.  Es muy auténtica. Por eso, hoy que por su propio gusto quiso pintarse las uñas de confetis azulitos, me encantó. Porque sé que, a menos de que lo haya hecho sólo para coplacerme -lo que dudo mucho en ella-, sólo hace aquello de lo que está convencida, y con gran cautela y discreción ahora está ensayando su lado delicado. Tal vez porque esa es la faceta de ella con la que más me identifico, me encantó que lo pudiéramos compartir.

Qué grato es ver el día a día de un hijo. Mirarlos ir creciendo, ir encontrándose y autodescubrir todo lo que son capaces de ser y hacer... ¡Hoy me sentí tan mamá! Gracias, Sabina hermosa.

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